Solo necesitábamos que no lloviera, lo demás lo hacíamos nosotros.
Cada año nos superamos. Hubo multitud de detalles muy bonitos: los pasillos de los mayores a los sub 6, que cada vez haya más equipos femeninos, los sub 14 plantándoles cara a los sub 18, los maravillosos disfraces de la irreductible aldea gala, los piques entre los mayores con su humor y el necesario cántico de «tongo tongo».
La novedad, la fiesta de la espuma y los reconocimientos individuales a los jugadores y jugadoras de todas las categorías, incluido el subacuático que aún tiene que competir en el segundo trofeo nacional. Cómo siempre se hizo el resumen de esta temporada que ha sido -a mi entender- un salto de calidad como club, al competir más equipos en una buena liga, como es la catalana. Es mucho esfuerzo y muchos viajes, con el gasto y el cansancio que suponen, pero merece la pena. Además, nuestro presidente nos dio la buena noticia de que el equipo femenino competirá la temporada que viene en la liga catalana. Nos tocará sufrir, pero sólo se mejora compitiendo.
Luego llegó la comida y la fiesta. Cada vez se apuntan más personas a hacer comidas allí y son a cada cuál mejor. El toldo improvisado sobre el bar fue un acierto, lo que ayudó a que estuviéramos a gusto tomando cervecitas. Como siempre un éxito. La verdad es que da gusto pertenecer a este club.
Ahora a descansar, pero sin engordar demasiado, y enseguida a por el nuevo reto. Ojalá que la temporada que viene podamos crecer más, a ver si hay suerte y tanto las instituciones, como las empresas, vean que ayudar al rugby merece la pena. Feliz verano.
El Fénix siempre gana.